domingo, 25 de septiembre de 2011

yaparaconlagüeá

Se repiten los patrones, los adjetivos, las situaciones, las miradas y yo no sé por qué será tanto mi culpa.
Tengo un algo en la cabeza (una pared tal vez) y no puedo ver más allá; no puedo ver eso que me han dicho que está y yo no puedo entender.

Si las cosas han resultado así, entonces así es como deben ser; es que acabo de entender que esto pasa seguido y a todo el mundo (pero no creo que de esta forma) y que hay formas ya inventadas para superar todo tipo de puñal.

Grabé en mi mente mi vida en etapas y sé que esta que viene es la de la soledad en forma de aprendizaje arromántico didáctico. Estoy en las puertas del abismo de lo que más me asusta y ya agoté todo tipo de recurso para safarme de esta... es que finalmente tengo que dar la cara y saltar. Saltar a eso que sé, eso que conocí y desarmó mi conciencia, eso que apagó mis creencias y destruyó todo tipo de sanidad.
Es ese silencio, esas canciones, esos impulsos, esos fotogramas, mi voz, mis conclusiones y mis actitudes... soy yo. Me tengo un miedo colosal, un pánico industrial, un terror apoteósico.
El reconocerme, el mirarme al espejo y reencontrarme, el escucharme en completo silencio, el ayudarme al fin, el rescatarme y entender todo lo que hice. Tengo tanto miedo, hay tanto por asustarse.
Mi propia imágen me rechaza, a mi cuerpo le doy asco y mi mente ya no me soporta. Parece que tienen cosas que decirme.

El día en que me perdí, fue el día en que decidí no volver a sentir un silencio para así no escucharme gritar. Es fácil omitir, es fácil mentir... el problema llega cuando todo se agota y lo único que queda al final del día es tu sombra recordandote que tus poros tienen temas pendientes contigo.

Es tiempo Ana María, es más que tiempo y no hay otro camino.
La cosa es que este puñal no es tan profundo, no te sientas alagada.