Tengo un nudo, ese nudo antiguo.
Esa piedra que pensé ya haber tragado para siempre volvió; Se demoró 72 horas en volver, cuando yo gasté más de 8.184 en hacerla desaparecer.
No sé ver, no sé apreciar, no sé valorar, no sé entender, no sé agradecer.
Ahora estás sola Anita, ahora estás sola.
Las mismas palabras una y otra y otra y otra por otra por otra vez salen de tí, las mismas exactas y repetitivas frases que trauman y afligen mis sentidos.
No quiero más de lo mismo, lo mismo sabe a lo anterior y lo anterior no me gusta en su totalidad.
Es inexpresable, intangible, imposible de verbalizar... mejor gasto el tiempo mirando mi sombra en mi pared y así dejo de perturbar emociones y cerebros ajenos con mis inveralizables problemas e infinitas conclusiones de auto analisis.
Basta de contradicciones que espantan a todos; Mis pensamientos y palabras asustan y ya está demostrado.
No sé cual es mi afan, mi necesidad tan aguda y obsesiva de sobrepensar todo, de autodestruirme de esa manera y luego patéticamente y ... -no hay otro adjetivo existente que me califique de la manera que necesito- lo comento a mis terceros, ¿qué logro con eso? aparte de arruinar sus respiros y confundir neuronas ajenas.
Conclusiones, conclusiones, conclusiones... basta, apáguense. Mi cerebro podría autoeliminarse, darse paz... es necesario; Así mi existencia no estaría tan contaminada en estado terminal.
No es externo, es interno. Es mío, es propio de mí. No se adueñen de mi intención, no den vuelta la situación. Detesto la manipulación en cualquiera de sus grados de expresión.
La costumbre mata, ahoga, petrifica y sacrifica tradiciones propias que en su ausencia llevan, seguro, a la decadencia.
No entiendo las ganas infinitas de vomitar gritos, gritos filosos y con fecha de vencimiento para que así desvanezcan algun día -e ir en contra de toda esa mierda de "la materia no se destruye, sólo se transforma"- y estar conciente de que cada uno de los cortes internos que tengo ya no podrán seguir produciendose y que nunca más volverán.
Quiero tanto y no hay, detesto mis expectativas sentenciadoras de vida y mi poca fuerza interna para mirar más arriba, para salir del lugar en dónde ahora mi cuerpo yace y al fin desplazarme lo más lejos posible de todos mis enfermos hábitos y podridos pensamientos; Y es que esto viene desde siempre, desde los pequeños indicios de algo que nunca pareció tener importancia hasta ahora que es lo que terminó con apuñalar -mil y una vez- mi vida.
Basta, me dan asco mis movimientos, mis pensamientos, mi pasado, mi futuro, mis sentimientos.
De todo a nada en acumulaciones de segundos, de nada a todo en tan sólo un acto que desató mi conciencia extrema, tanto así que mi pasado se ha transformado en la peor definición a lo que llaman "los mejores años de la vida".
Pierdo y no quiero perder, angustia.
Gano y no quiero ganar, angustia.
Ana María arruina vidas.