sábado, 5 de noviembre de 2011

Como despertar todos los dias sabiendo que hay algo punzocortante y hacer caso omiso, tal vez hasta a proposito.
La gente no cambia, menos tú, que no eres ni gente y ni nombrar "persona".
Por la mierda que duelen estas güeás, pesan en el cuerpo y no se van en mucho tiempo. Permanecen perpetuas en las entrañas y se materializan en ocasiones vulnerables en las que necesitas un cuerpo más para que te ayude a llevar la carga, al menos unos minutos.

Quiero registrar que te creí, que te pensé como alguien casi nuevo y recapacitado. Que no encajaba en mi cabeza el que alguna noche fueras a olvidarte de mis sentimientos y de mi existencia en sí.
¿Por qué nunca escucho a los terceros? ¿por qué nunca me escucho a mi?. Voy a borrarte de mis poros y mi entorno, gasté demasiado tiempo en tí sabiendo que me atropellaba a mi misma y nunca me importé. Voy a arrancarte de raíz y jamás volveré a defender tu nombre.
No está de más decir que me rompiste y apagaste mi fe en tí, me perdiste y esta vez para siempre. La vida quería alejarnos y yo jamás la dejé.... Esto tenía que pasar, fuimos anti natural, algo que no debía ser. Un pecado ante las energías superiores.
Bueno, tampoco está de más decir que no mereces ni estas letras y menos un río de lamentos que se extiende para siempre y se vuelve intermitente según tus palabras, reacciones y formas de llegar a mí. Anoche entendí que no tienes perdón pero sí olvido. Que hagas lo que hagas, esta vez no hay forma de enmendar la quebrazón. No importa que sufras, que llores, que grites, que mueras en brazos de miles de terceros y entremedio de eso me escribas un mail o un mensaje de texto comentando lo mal que te sientes y lo mucho que me extrañas. Tampoco quiero escuchar tu voz llena de mentiras y menos aún mirar tus ojos que lo único que gritan es que estás vacía.
Valgo más que tu ley del mínimo esfuerzo por arreglar las cosas, valgo más que tú, valgo más que cualquier cosa que salga de ti y prometo que dejaste de existir.